Quantcast
Channel: Blog del Padre Fortea
Viewing all articles
Browse latest Browse all 462

Mi viaje a Córdoba, a la impresionante Córdoba

$
0
0




Acabo de volver de un precioso, breve y encantador viaje a Córdoba. Como, cuando viajo, me quedo desconectado del blog, no he podido responder a una cuestión que me planteaban algunos lectores con toda razón: ¿Qué libro mío era Por la gracia de Dios? Bien, ha sido un error mío. Mi novela La tempestad de Dios, durante mucho tiempo, dudé si titularla del otro modo. De hecho, puse ese título en la primera página durante meses.
Córdoba me ha gustado mucho. Mi padre era muy amante de todo lo andaluz. Le gustaba todo de esa región: la música, el carácter de la gente, las romerías, los toros, todo. No me he cansado de caminar y caminar por las calles de una ciudad que, con toda razón, ha sido llamada la sultana de Andalucía.
Pero si sus calles han sido un lugar ideal para vivir y crecer durante siglos, para los niños que hayan tenido la suerte de nacer en un lugar tan agradable y tan humano, lo que más me ha gustado es, por supuesto, su catedral. La conocía por fotografías, pero con ninguna fotografía me había logrado hacer una verdadera idea de su increíble belleza.
Una persona que trabaja en la catedral me dijo ayer: Vaya, padre, sí que le ha gustado. Es la tercera vez que viene hoy. Era cierto. El primer día estuve una vez. El segundo día, tres veces. Y el tercer día, una vez.
Si de mí hubiera dependido, jamás hubiera construido una catedral dentro de la mezquita: soy amigo de preservarlo todo en su verdad histórica. Esa mezquita era y es algo único. Ahora bien, al incrustar una catedral en el centro de ese espacio, se creó algo que va más allá de lo único: se creó algo que eleva a ese conjunto a un escalón cualitativo superior, por encima de cualquier otra cosa que se hubiera visto.
Yo trataba, una y otra vez, de imaginarme ese espacio de oración y meditación, por ejemplo, en el siglo XVII, sin turistas, solo con luz natural, con sus canónigos. Un lugar donde rezar paseando. Un lugar donde, sin duda, muchos sacerdotes, caminando con alguien a su lado, hablaron de cosas espirituales con otra alma. Qué entorno tan insuperable. La salmodia de los canónigos expandiéndose bajo esos arcos, casi sin gente, en penumbra.

La poca luz de ese bosque de columnas frente a la luz blanca de la nave central. Y eso sin contar con el simbolismo espiritual de esa arquitectura que proclamó en piedra el hecho incontestable de que el Dios Único otorgó la victoria final a las huestes cristianas. La catedral se vuelve así un sermón. Hay catedrales más altas y más largas. Pero ésta es de las que tienen más encanto en toda la historia del cristianismo. Una catedral irrepetible que no obedece a ningún plan preconcebido, sino al devenir de los designios divinos. Mañana seguiré hablando de esta catedral que me entusiasma.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 462

Trending Articles