Ya dije que el sábado santo se me cayeron las gafas y se partieron por la mitad, por el puente. Hay personas que son de impulsos y otros que son más de darles vueltas a las cosas. Yo, claramente, soy de los segundos. En el tema de qué modelo de gafas escoger, al final no veo claro nada y he optado por seguir el consejo que me dio mi oculista: escoger unas monturas baratas y provisionales que tuvieran lentes más pequeños, para recortar los que tenía y reutilizarlos. Así tengo más tiempo para darle más vueltas al asunto.
Eso sí, me gusta mucho pedir consejo a varias personas. Siempre me ha parecido sorprendente cómo hay gente que toma las decisiones sobre la marcha sin meditarlas. Yo soy de los que les gusta esperar. Pero tengo un defecto, a menudo tiendo a pensar que el mero paso del tiempo resolverá las cosas. Cosa que no es así. Tengo la tendencia a considerar el Tiempo como la gran medicina para todo.
Si yo hubiera sido Kennedy en la crisis de los misiles de Cuba, estoy seguro de que, por una mera cuestión de carácter, no hubiera hecho nada. Porque esa es otra de las máximas que más sigo en mi vida: si no lo veo claro, no hago nada.
En general tengo admiración por las personas reflexivas. Por eso no soy muy entusiasta de Reagan o de De Gaulle. Pero sí que me pareció un óptimo emperador George Bush, padre: alguien responsable en quien dejar el Poder en sus manos con total tranquilidad.
Hay quienes lo esperan todo de la genialidad del artista que ha llegado a lo alto. Yo prefiero al convencido de la humildad del Poder. Todo esto lo aplico también al ejercicio del poder eclesiástico. Me gustan los hombres tranquilos.
↧
El tiempo y las decisiones
↧