El final del día de ayer fue movido ?teológicamente?. Hasta ayer podía decir que aceptaba todo el magisterio de la Iglesia sin más. Pero, al leer la exhortación, me encontré con un pasaje que, como ya os dije, chocaba con lo que había sido mi opinión durante años. Además, consideraba que se trataba de una opinión la mía que, equivocada o no, estaba bastante fundada.
El asunto me causó un cierto sinsabor. Dado que no ofrecía razones el texto pontificio, tampoco podía replantearme mis razones frente a otras.
Así que lo que hice fue releer Ad tuendam fidem, donde Juan Pablo II habla del grado de asentimiento al magisterio. Con toda honestidad, me pareció claro que no era la voluntad del Papa cerrar el paso a alguna opinión teológica divergente en un detalle tan accidental respecto al tema de la exhortación. Así que no me sentí obligado en conciencia a doblegar mi entendimiento.
Aun así, hice propósito de llevar a la oración el asunto durante varios días. Justo antes de acostarme me vino a la mente: ¿qué dirá Valtorta? Y la mística daba la razón al Papa.
Me quedé admirado. Os lo digo con sinceridad. A partir de ahora siempre me acordaré de este episodio para entender que, incluso cuando no hablan de manera infalible, el Espíritu Santo está alrededor de los Papas más de lo que pienso. Espero no olvidar nunca la lección.
Lo siguiente que pensé fue borrar el post. Dejar en el nuevo post una mención al antiguo, pero borrarlo. Claro que entonces consideré que la historia de los dos posts era muy instructiva. Por un lado, lo que yo decía en el primer post no era falso: es la voluntad de definir las cosas la que crea la obligación. No parecía que ese fuera el tenor del texto.
Pero, incluso en esos casos, debemos acordarnos que cuando un Papa afirma algo en un texto magisterial, debemos pensar en lo que dice san Juan respecto a Caifás:
He did not say this on his own, but being high priest that year he prophesied that Jesus was about to die for the nation (John 11:51).
Siempre sub Petro, semper cum Petro. Sea quien sea, sea como sea, siempre fieles hijos de la Iglesia amando al Vicario de Cristo.
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Debo ser más humilde
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