Sí, el de la pintura soy yo y esa es mi habitación. Leo sin gafas y leer me ha hecho perder peso. Siempre tengo un botijo cerca de mi lecho. Pedir ayuda a mis queridos lectores es algo que siempre me ha dado resultado. Quiero agradecer a Mauro que me ha enviado el link al pdf de un libro de Stefan Zweig, El mundo de ayer, que llevaba años queriendo obtener; y también La Cartuja de Parma, otro libro del que había oído hablar. Bernardo me ha ofrecido en papel la de Pablo D´Ors.
Karina me aconsejaba a Gabriel García Márquez. Sí, sus obras me parecen de lo mejor del siglo XX. Estoy releyendo a ese autor. Otra me aconsejaba Memorias de Adriano. Aquí, en este blog, ya he escrito más que de sobra acerca de la influencia literaria que ese libro ha tenido en mí. Ese libro fue una conmoción estética, un terremoto de felicidad.
Louis de Wohl, lo siento, no me gusta nada. Voy a mirar el resto de autores que me habéis aconsejado, dadme tiempo. Ah, Arwen me ha enviado una formidable biografía del emperador Augusto, gracias. Todos los lectores de Yo, Claudio tenemos debilidad por este magnífico dictador.
Me preguntaba otro comentarista si no me apetecería escribir un libro de espiritualidad. De ninguna manera. Con toda sinceridad, considero que hay, en mi misma diócesis, sacerdotes cuyas almas valen mil veces más que la mía. Mis libros de espiritualidad en Biblioteca Forteniana, en realidad, o son apuntes personales míos que ya estaban escrito y que me limité a permitir que salieran a la luz, o son sobre temas muy específicos que justificaban la osadía de que yo escribiera sobre ellos.
Por ejemplo, El león y las llaves es una visión espiritual acerca del Vaticano. Era un tema tan concreto sobre el que nunca he oído que alguien escribiera algo, que me animé a hacerlo. Pero solo por eso lo hice. Y así podría explicar por qué escribí cada uno de mis libros sobre espiritualidad. Cada uno tiene una razón concreta. Insisto, muchas veces apuntes personales que me parecía que aportaban algo a lo que ya había de otros autores.
Sobre mi autobiografía diré que la escribo porque tengo lectores con los que siento una ligadura de afecto. Es decir, les debo el contarles lo que ha pasado desde la última biografía. Yo nunca he despreciado a mis lectores. Bien lo saben lo mucho que me gusta pasear con ellos, así como tengo aversión a contestar emails. Para mí un lector no es un mero añadido sin importancia a mi escrito. Me gustaría conocerlos a todos, escucharlos a todos. Sobre todo, a los mejores, hay lectores que me aportan. Hay lectores que, tras conocerlos, siento no poder mantener una buena amistad.
Con algunos lo he logrado, Miguel Ángel de Venezuela, Francisco de Salamanca, Rocío de Nueva York, Esteban de Paraguay, Francisco de Chile? por citar solo unos pocos con los que el paso de los años solo ha hecho que aumentar la amistad. Amistad con presencia real, cenas, paseos? Escribir, siempre lo he dicho aquí, ha sido una actividad tan bella que me ha provocado tantas alegrías. Después de tantos años hablando del demonio, ahora toca hablar del que habla del demonio.
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Gracias por las sugerencias de libros
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