Como mencioné ayer, acabo de regresar de Suiza. Fui dos días allí. El primero a predicar a la misión de hispanos de Lucerna. El segundo solo predique en la misa dominical. Era la segunda vez que iba a esa misión, porque el capellán es un viejo amigo de mi diócesis, fui su sucesor en la parroquia de Anchuelo. Él y todos me trataron amabilísimamente. Me llevaron a ver el primer día al santuario de Flüeli-Ranft, y el segundo la Abadía de Einsiedeln. Muchas gracias a todos los que me puedan estar leyendo desde allí y que compartimos los viajes en coche por esos valles.
El viaje fue tan agradable que si me está leyendo el capellán de hispanos de Japón o de Noruega que no dude en contactarme.
¿Qué diré de Suiza? ¿Qué decir de un país cuyas ciudades están situadas en medio de impresionantes montañas de tupidos bosques coronadas por nieve? No, el paisaje de Suiza no es un paisaje normal. Es como si Dios hubiera querido colocar en medio de Europa una verdadera joya. Hasta las casas de los labriegos y los granjeros en el campo son de una belleza que mejoran el paisaje natural.
Pero lo que mencioné ayer sobre Mick Jagger y Borges es algo a lo que le he seguido dando vueltas. Llegue a pensar que tal vez el músico se encontró después de conceder esa entrevista. El problema es que Jagger fue preguntado sobre ese supuesto encuentro cuando Borges había muerto. ¿Podía haber olvidado un encuentro así cuando el rockero afirma que le admira? ¿Pudo tener lugar el encuentro y después negarlo al enterarse de que Borges (lamentablemente) apoyó, en un primer momento, a la dictadura argentina? No, no es posible. Porque a Jagger no le importó reconocer que admiraba al escritor.
¿Pero cómo es posible que la secretaria de Borges inventara eso? No sacaba ningún beneficio. Y menos con Jagger vivo. Para mí esto es un gran misterio. He escuchado varias veces las declaraciones de Kodama y varias veces el vídeo de Jagger. No tengo ni idea de qué pasó.
Post Data: La última foto es el del párroco de la iglesia más grande de Lucerna. Amabilísimo, pero tenía las manos heladas. Lo que llevo encima de mi sotana es el manteo. No he engordado en este viaje.
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De vuelta de Suiza
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